Cada elefante tiene nombre propio, sugiere un estudio
¿Qué hay en un nombre? Es algo más que un sonido que hacen las personas para llamar la atención de cada una, es un sello aparentemente universal de la sociedad y el lenguaje humanos, cuyas particularidades nos diferencian de nuestros congéneres. Ahora, unos científicos afirman haber encontrado evidencia, con la ayuda de herramientas de inteligencia artificial, de que los elefantes también se llaman por su nombre.
“Tienen la capacidad de llamar individualmente a determinados miembros de su familia con una llamada única”, explicó Mickey Pardo, biólogo acústico del Laboratorio de Ornitología de Cornell y coautor de un estudio publicado el lunes en la revista Nature Ecology & Evolution.
Las trompetas de los elefantes pueden ser sus sonidos más reconocibles, pero éstos “son básicamente un arrebato emocional”, dijo Pardo. Los retumbos de tono más bajo son más significativos, ya que constituyen la mayoría de las vocalizaciones de los elefantes y se utilizan en una amplia variedad de situaciones sociales. “En los retumbos ocurren muchas cosas interesantes”, afirmó.
Para descifrarlos, Pardo y George Wittemyer, profesor de Biología de la conservación en la Universidad Estatal de Colorado y presidente del consejo científico de la organización sin ánimo de lucro Save the Elephants (Salva a los Elefantes), analizaron 469 vocalizaciones de grupos familiares de hembras adultas de elefante y sus crías grabadas en el Parque Nacional de Amboseli y en las reservas nacionales de Samburu y Buffalo Springs, en Kenia.
Los retumbos de los elefantes pueden ser difíciles de diferenciar para el oído humano, por lo que los investigadores utilizaron análisis de aprendizaje automático: esencialmente, se basaron en la inteligencia artificial para descomponer las distintas llamadas de los elefantes.
Los elefantes parecían responder a determinados retumbos de otros elefantes y los investigadores los introdujeron en su herramienta de inteligencia artificial. “Si las llamadas tienen algo parecido a un nombre, a partir de la estructura acústica de la llamada se puede averiguar a quién va dirigida”, explicó Pardo.
Hasta ahora, los científicos no saben con exactitud qué parte de una vocalización puede ser el “nombre” del elefante. Pero descubrieron que la capacidad de su herramienta de inteligencia artificial para identificar al destinatario de un retumbo superaba con creces lo que dictaría el azar.
Complementaron estos análisis con trabajo de campo realizado por Pardo y David Lolchuragi, coautor del estudio y asistente de investigación en Save the Elephants. Los investigadores reprodujeron grabaciones de retumbos a los elefantes y filmaron sus respuestas; descubrieron que los elefantes reaccionaban con más intensidad a sus “nombres” que a otras llamadas, aguzando las orejas y respondiendo con retumbos propios.
“Estaba muy emocionado”, dijo Pardo, “sobre todo cuando obtuvimos los resultados de la reproducción, porque creo que es la evidencia más contundente de que los elefantes pueden distinguir, solo con oír la llamada, si iba dirigida a ellos o no, y responden con más fuerza a las llamadas que iban dirigidas originalmente a ellos”.
Se ha descubierto que otros animales, como delfines y loros, se llaman unos a otros por lo que los científicos han llamado “nombres”. Pero se trata de imitaciones de sonidos que otros individuos emiten con frecuencia. Es diferente a como los humanos creamos nombres. Por ejemplo, si tu nombre es John, es probable que no te llames así por tu tendencia a ir por ahí diciendo “John” repetidamente. Sin embargo, según Pardo y sus colegas, los elefantes africanos son los primeros animales no humanos que se llaman unos a otros por nombres tal y como los entendemos los humanos, con base en sonidos abstractos.
Aunque este hallazgo es preliminar, Pardo afirmó que el hecho de que los elefantes se llamen entre sí por sonidos arbitrarios sería significativo porque los humanos asignan sonidos arbitrarios a los objetos para “comunicarse sobre cosas que no emiten ningún sonido imitable. Eso realmente amplía el abanico de cosas de las que podemos hablar”. Es demasiado pronto para decir si esto significa que los elefantes pueden tener nombres para otros objetos, pero la forma en que parecen nombrarse unos a otros deja abierta esa posibilidad.
Caitlin O’Connell-Rodwell, bióloga acústica de la Facultad de Medicina de Harvard quien no participó en el proyecto, describió el estudio como un “cambio de juego”.
“Solo recientemente, con la inteligencia artificial y las herramientas de aprendizaje automático, ha sido posible realizar este tipo de análisis”, afirmó O’Connell-Rodwell. El argumento del estudio a favor de una comunicación tan sofisticada por parte de los elefantes “tiene todo el sentido del mundo cuando uno intenta dispersarse para buscar alimento y necesita tener un contacto específico”, afirmó.
Estos conocimientos sobre la comunicación de los elefantes revelan “lo importante que es ese tejido social para la propia existencia de este animal”, dijo Wittemyer. “El vínculo social es fundamental en todo lo relacionado con los elefantes”, afirmó.
Este punto en común entre elefantes y humanos podría incluso beneficiar a la conservación, dijo Wittemyer, porque podría “ayudarnos a reconocernos en ellos, que es la única forma en que parecemos entender algo”.